Desde un tiempo a esta parte se ha constituido en costumbre que China sea un escenario continuo para encuentros, exposiciones y ferias sobre la industria vitivinícola. Recientemente en la ciudad de Jinan, provincia de Shandong, se realizó un seminario en el que los principales exportadores y profesionales del sector, a nivel global, coincidieron en que el país asiático es el lugar donde la industria evoluciona más aceleradamente en términos de producción y consumo. Con 847 mil hectáreas de viñedos, según la Organización Internacional del Vino, China es ahora la segunda mayor zona de cultivo de viñas del mundo, justo detrás de España, situada a la cabeza. Al mismo tiempo, China es el 5° país del mundo en consumo de vino, ubicándose a poca distancia de Estados Unidos, Francia, Italia y Alemania. Sólo en los primeros ocho meses de este año, China importó 474 millones de litros, un 15,7% más que durante el mismo periodo de 2016.
Un panorama de estas características resulta extraordinariamente auspicioso para Chile, teniendo en cuenta las positivas condiciones en las que se desarrolla nuestro intercambio comercial con China y la relevancia del vino en nuestra industria local. Desde 2016, el país asiático se ha convertido en el principal mercado consumidor de vino chileno, sobrepasando a Estados Unidos, que encabezó dicho registro hasta 2015. Chile es el cuarto exportador a nivel mundial de vinos en valores absolutos, con más de 200 bodegas exportando sus productos a China en la actualidad. Un mercado altamente dinámico cuya mejor expresión fue la adquisición, a fines de junio pasado, de cuatro viñas chilenas por parte de la empresa Yantai Changyu Pioneer Wine, el grupo vitivinícola más grande de China, y tercero a nivel mundial, con una capitalización bursátil que supera los 6.400 millones de dólares.
ProChile, Imagen de Chile y Viñas Asociadas lanzaron por primera vez durante 2016 una campaña internacional dirigida al consumidor final en China, bajo el concepto “Love Wine, Love Chile”. El éxito de esta iniciativa ha impulsado a la industria vitivinícola chilena a programar actividades similares especialmente enfocadas en los nuevos consumidores millennials (jóvenes de entre 20 y 35 años). El objetivo es posicionar a Chile como productor de vinos finos sobre la base de 4 pilares: calidad y diversidad, innovación, sustentabilidad e imagen país. Una potente estrategia que sin duda debiera replicarse en otros sectores.