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BEIJING, 10 may (EFE) — La compañía tecnológica china ZTE ha anunciado el cese de “sus principales actividades operativas” ante la imposibilidad de comprar componentes a empresas estadounidenses. La empresa, que confía en la negociación política para que Washington suavice o elimine esta prohibición, se convierte en una de las primeras víctimas del creciente conflicto comercial entre China y Estados Unidos, que tiene un importante trasfondo tecnológico.
La administración estadounidense anunció hace tres semanas que prohibía a sus empresas hacer negocios con ZTE durante los próximos siete años, una represalia por el incumplimiento por parte de la empresa china de una sentencia en la que se declaró culpable de vender tecnología a Irán y a Corea del Norte. La decisión ha puesto al fabricante de teléfonos móviles en una situación muy delicada porque varios de sus principales proveedores, entre ellos la firma de semiconductores Qualcomm, son originarios de este país.
ZTE, en un comunicado remitido el miércoles a última hora a la Bolsa de Hong Kong –donde suspendió la cotización de sus títulos tras el anuncio de la prohibición-, asegura que “debido a la orden de denegación de Estados Unidos, las principales actividades de la compañía han cesado”. Aunque no lo indica explícitamente, la empresa confía en que se trate de un parón momentáneo. La compañía sostiene que de momento “mantiene efectivo suficiente y se adhiere estrictamente a sus obligaciones comerciales”.
Los problemas y litigios de ZTE -segundo fabricante de equipos de telecomunicaciones en China- con la administración estadounidense empieza años atrás y siguen una línea independiente a los actuales roces comerciales. Tras un lustro de investigaciones, la compañía china fue declarada en 2017 culpable de haberse saltado estos embargos y obligada a pagar una multa de 1.200 millones de dólares. También a tomar acciones contra los empleados que violaron la normativa, algo que no cumplió. Pero la administración estadounidense decidió el pasado mes tomar esta medida drástica ya con las espadas en alto por las denuncias de supuestas malas prácticas comerciales de Pekín y la intención de reducir drásticamente el abultado déficit comercial que Estados Unidos acumula en sus intercambios de mercancías con el gigante asiático.