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China lleva adelante un ambicioso plan de urbanización que busca fomentar el crecimiento de gigantescos grupos urbanos, que contengan docenas de ciudades cercanas. El plan contempla 19 grupos en total, lo que representaría nueve décimas partes de la actividad económica del país. China, de hecho, se condensaría en un país de superregiones. Tres ya van por buen camino: el delta del río Perla, al lado de Hong Kong; el delta del río Yangtze, que rodea a Shanghai; y Jingjinji, centrado en Beijing. Para algunos planificadores urbanos, la estrategia es seductora. Ven estos clusters como motores de crecimiento que podrían transformar a China en una potencia innovadora. Pero otros piensan que es una trampa, un ejercicio de desarrollo impulsado por el gobierno que conducirá al estancamiento y desperdicio.

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