SANTIAGO, 12 mar (El Mercurio/WSJ) — Durante años, Huawei Technologies estuvo esperando su oportunidad mientras EEUU intensificaba gradualmente su campaña para frenar al gigante chino ce las telecomunicaciones. Ahora, esta empresa ha cambiado y se ha puesto en pie de guerra, demandando al gobierno estadounidense mientras se ocupa de defender su negocio de telecomunicaciones global.
La estrategia es una osada táctica para Huawei, la que anteriormente no convenció a EEUU de que no es una amenaza de seguridad, pero está teniendo éxito en todos lados en su intento por jugar un rol significativo en el despliegue de la próxima generación de redes 5G. Entre los riesgos está provocar una mayor hostilidad en el gobierno del Presidente Trump, al que le preocupa el surgimiento tecnológico de China y está tratando de resolver una lucha comercial más amplia con la nación asiática.
El juicio de Huawei, el que se entabló el miércoles pasado en una corte federal de Texas, nombra al gobierno de EEUU y a siete personeros de éste. Sostiene que el Congreso violó la Constitución cuando aprobó una ley el año pasado que prohíbe que las entidades federales compren equipos Huawei o que hagan negocios con contratistas que le compran a la compañía china.
Desafío directo
La demanda desafía directamente la campaña estadounidense de múltiples facetas para limitar el surgimiento de Huawei y representarla como una amenaza de seguridad nacional. Sostiene que funcionarios estadounidenses están dañando su reputación en todo el mundo sin ninguna evidencia ni dando a la empresa una posibilidad de defenderse. Aunque ejecutivos de esta han manifestado que EEUU virtualmente no tiene importancia para su negocio, el que generó más de US$100 mil millones en ingresos globales el año pasado. Huawei quiere mantener su rol como el fabricante de equipos de telecomunicaciones predominante en el mundo.
En un escenario al interior de la extensa sede de la compañía en esta ciudad sureña, un equipo de altos ejecutivos de la misma expuso su propia lista de cargos contra EEUU. Acusaron a los políticos de ese país de golpear injustamente a Huawei, dijeron que otros países estaban “resistiendo debidamente” la campaña estadounidense para excluirlos de los mercados y catalogaron a personeros de ese país de hipócritas y los acusaron de robar el código fuente de Huawei, hackear sus servidores y husmear en sus correos electrónicos; una referencia evidente a las afirmaciones en 2014 del ex contratista de la SNA, Edward Snowden que EEUU había espiado a Huawei.
La nueva postura de enfrentamiento del gigante chino es apoyada por su fundador, el ex ingeniero del ejército chino Ren Zhengfei. En un discurso en Wuhan el mes pasado, Ren manifestó que la compañía que fundó en 1987 había “entrado en un estado de guerra”.
Las apuestas han aumentado para ambas partes a medida que la industria se prepara para la modernización que se hace cada diez años de las redes de celulares del mundo. Un esfuerzo de un año de Huawei para tomar la delantera en el área de la tecnología 5G y conquistar a alguno de los aliados más estrechos de Washington, tal como Reino Unido y Nueva Zelanda están bajo amenaza a medida que funcionarios estadounidenses han estado presionándolos para que bloqueen el acceso de Huawei a sus despliegues 5G.
En EEUU personeros han sostenido por años que Huawei representa una amenaza para la seguridad nacional y que sus equipos podrían ser utilizados por Beijing para espiar a los estadounidenses y sus aliados.
En el último año empezaron a llevar ese caso a diversas capitales del mundo, mientras sostienen que no necesitan una evidencia. En cambio han ofrecido el argumento que en China ninguna compañía está libre del largo brazo del Partido Comunista, y que una compañía privada con un ex ingeniero militar, como su fundador, como es el caso de Huawei, no es de fiar para que construya redes 5G.