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SANTIAGO, 2 may (La Tercera/Editorial) — El Presidente de la República hizo un positivo balance de la gira que llevó a cabo a China, país que resulta estratégico para los intereses chilenos, al tratarse de nuestro principal socio comercial y la segunda potencia económica mundial. El mandatario y su comitiva sostuvieron reuniones de alto nivel con empresas del sector transporte eléctrico, telecomunicaciones así como del rubro vitivinícola. Desde el punto de vista político, destaca la reunión que el Presidente Piñera sostuvo con el líder chino Xi Jinping, así como su intervención en la cumbre “Una Ruta, una franja” -iniciativa que ha sido impulsada fuertemente por la nación asiática con el fin de crear una red global de comercio e integración-, ocasión en la que también pudo compartir con distintos jefes de Estado, entre ellos, el Presidente de Rusia, Vladimir Putin.

A la luz de esta nutrida agenda y la valiosa oportunidad de profundizar los lazos con la economía china, llama la atención que dichos logros se hayan visto en cierto modo opacados por una serie de polémicas, particularmente por el hecho de que dos de los hijos del Mandatario formaron parte de la comitiva oficial, lo que ha levantando críticas por parte de la oposición, que incluso anunció una presentación ante la Contraloría.

El tono de escándalo que algunos sectores pretenden dar a la circunstancia de este viaje resulta destemplado. Con todo, es indispensable que La Moneda calibre mejor la forma en que integra las comitivas en giras internacionales, así como las posibles intervenciones que el Jefe de Estado podría realizar sobre asuntos de orden interno en los países que visita. Desde esa perspectiva, no resulta claro con qué finalidad fueron invitados sus hijos, al no ostentar la condición de funcionarios de gobierno ni desempeñar roles claves en la relación con China. La circunstancia de que se hayan solventado el costo de sus pasajes y otros gastos no ha resultado suficiente para aplacar las críticas, porque la principal suspicacia no parece estar en el posible uso de fondos públicos, sino en los eventuales conflictos de interés y situaciones de privilegio.

Quienes detentan responsabilidades públicas no deben perder de vista que los estándares de transparencia y probidad que hoy demanda la ciudadanía son mucho más exigentes, y el que determinadas prácticas hayan sido rutinarias en el pasado -por ejemplo, la circunstancia de que hijos de mandatarios los acompañen en su giras-, hoy deben ser examinadas con mucha más detención. El hecho de que el Presidente tras su regreso al país haya dispuesto a la Cancillería la elaboración de un protocolo respecto a cómo se integrarán futuras comitivas, es un paso valioso -porque implícitamente reconoce que se cometió un error-, lo que debería llevar a que La Moneda no siga justificando la forma como se organizó dicho viaje.

Tampoco fue afortunado que el Presidente, al ser requerido por la prensa sobre el régimen chino, señalara que “cada uno tiene el sistema político que quiera darse”, lo que evidentemente generó confusión, cuando él mismo ha encabezado una férrea campaña en contra la dictadura venezolana, lo que confirma la necesidad de que la Cancillería planifique mejor las intervenciones presidenciales para evitar traspiés innecesarios.