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La pandemia ha demostrado que cualquier interrupción del ciclo de consumo con deuda amenaza con provocar el colapso. Tan pronto como se interrumpen los ingresos, las instituciones financieras reducen el crédito. El consumo se desploma, agotando aún más los ingresos. El modelo chino evita muchas de estas trampas. Más allá de los altos ahorros, China ha dependido de las exportaciones y la inversión, en lugar de niveles insostenibles de consumo interno, para impulsar el crecimiento.

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