Ciertamente, China debe responder preguntas, pero culpar a China por la pandemia es reescribir la historia del Covid-19 y ocultar las fallas de las naciones occidentales. En lugar de unirse al coro de críticas, lo que tal vez uno debería hacer es ponerse en la posición de los políticos chinos. La narrativa occidental común es que, a medida que la economía del país asiático crece, también crecen sus ambiciones estratégicas, políticas y militares. China, según esta narración, ahora representa una amenaza; de ser un socio, ahora es un rival. La actual ola de sentimiento anti-China se ha convertido así en una sinofobia desagradable, incluso racista, que amenaza la paz y la seguridad internacional. Una pandemia es un momento de solidaridad entre los pueblos, no un conflicto entre gobiernos.
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