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La esperanza de una confrontación seguida de una capitulación está equivocada. EEUU y sus aliados deben prepararse para una competencia mucho más larga entre las sociedades abiertas y el capitalismo de estado de China. La contención no funcionará: a diferencia de la Unión Soviética, la enorme economía china es sofisticada e integrada con el resto del mundo. En cambio, Occidente necesita fortalecer su capacidad diplomática y crear nuevas y estables reglas que permitan la cooperación con China. Porque la fuerza de su economía, de 14 billones de dólares, no puede descartarse. Es hora de deshacerse de esa ilusión.

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