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SANTIAGO, 2 nov (El Mercurio) — Con su política de America First (“EEUU primero”), durante sus cuatro años de gobierno, el presidente Donald Trump aumentó la presión sobre rivales estratégicos como China e Irán, pero también complicó las relaciones con sus socios y, a ratos, pareció olvidar a América Latina, dejando un escenario complejo en materia de relaciones exteriores, que el próximo mandatario, sea quien sea, deberá enfrentar.

El primer desafío para el próximo gobierno será las relaciones con los aliados. Desde que llegó a la Casa Blanca, Trump se retiró de diversos tratados internacionales, como el Acuerdo Climático de París o el Plan de Acción Integral Conjunto, el acuerdo que su país junto a China, Francia, Rusia, Reino Unido, Alemania y la Unión Europea firmaron con Irán para que este limitara su programa nuclear. Además de eso, el mandatario aumentó la presión arancelaria sobre sus socios europeos, asiáticos y americanos, con la idea de proteger los intereses de los agricultores y comerciantes estadounidenses.

Ese golpe al multilateralismo se ha acentuado en el contexto actual de pandemia, donde se multiplicaron los cierres de fronteras y cada país vela por sus propios intereses.

Trump defiende su estrategia y asegura que ha logrado que el mundo “deje de reírse” de su país. En la vereda contraria, su rival demócrata en la carrera a la Casa Blanca, Joe Biden, ha prometido que si es elegido restaurará las relaciones con los aliados, volverá a los acuerdos internacionales que su predecesor abandonó y aumentará el financiamiento de los programas de ayuda internacional.

Al mismo tiempo que restablece o no, las relaciones con los aliados, el próximo gobierno deberá lidiar con la presión de los rivales estratégicos. Irán ha acelerado su programa nuclear tras el fracaso del acuerdo que firmó con las potencias y también existe la amenaza atómica de Corea del Norte. Aunque tienen estilos diferentes, ambos candidatos presidenciales defienden hoy una diplomacia dura hacia Norcorea.

Clave entre los rivales estratégicos es China, que ha intentado llenar el espacio dejado por EEUU en el plano internacional e instaurarse como el gran defensor del multilateralismo. Las relaciones con el gigante asiático llegaron a un punto de quiebre durante el mandato de Trump, con la guerra comercial como principal factor de fricciones. Cuando esa disputa se había calmado un poco, gracias a una tenue tregua, la pandemia de Covid-19 calentó los ánimos, entre las críticas del Presidente estadounidense por el manejo chino del virus que surgió dentro de sus fronteras.

Biden ha cuestionado a Trump por su estrategia confrontacional hacia China, pero ha reconocido que el avance del gigante asiático es un desafío y ha criticado sus “abusivas” prácticas comerciales, así como sus presuntos abusos contra las minorías religiosas en el país. La principal diferencia de ambos en esta materia es que el demócrata asegura que trabajará junto con sus aliados para presionar a Beijing, en lugar del estilo solitario del republicano.