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A propósito del reciente titular de un medio occidental acerca de si “podemos confiar en la ciencia china del Covid-19”, cabe partir preguntándose dónde estaríamos sin ella. Pareciera que para algunos en Occidente, ansiosos de restar importancia a cualquier ejemplo positivo de China, no hay nada más importante que sumar puntos contra un país que ven como un enemigo mortal. En lugar de expresar alivio por el hecho de que un país de más de mil millones de habitantes haya detenido la ola del brote y evitara nuevos casos y muertes, apenas pudieron contener su decepción. Para ellos, el virus era una oportunidad para castigar el sistema chino. Pero esa oportunidad les ha estallado en la cara.

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