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MADRID, 5 abr (Women’s Health) — China ha aprobado hace apenas unos días la que ya es su quinta vacuna contra la Covid-19. Según informa The New York Times, al igual que ha sucedido con las otras cuatro vacunas anteriores, ésta ha sido producida y desarrollada por empresas nacionales.

La nueva vacuna fabricada por la empresa china CanSino Biologics en colaboración con el ejército chino ha llamado la atención por su origen animal ya que ha sido creada a partir de células ováricas de hámster. No hablamos de células de hámster vivo, sino de una replica de este tejido celular.

El proceso de creación de la vacuna comienza cuando el código genético presente en la proteína S del SARS-Cov-2 es transferido a las células ováricas de hámster, un tipo de tejido utilizado comúnmente en investigación científica debido a que es un muy sencillo de replicar en laboratorio. El papel de la proteína S es clave para inducir la creación de anticuerpos contra el virus y, hasta la fecha, representa el punto de partida de la mayor parte de las vacunas fabricadas.

De tal forma que, una vez que las células de hámster cultivadas en laboratorio comienzan a producir la proteína S por sí solas, se espera a obtener un volumen considerable de las mismas para, así, poder comenzar a producir las vacunas de forma escalable y añadirles los últimos componentes que refuerzan la fórmula.

A pesar de que esta vacuna ya ha sido aprobada por el Ejecutivo chino para ser inyectada a la población, no se han publicado datos de la fase 3 del ensayo clínico en ninguna cabecera científica de ámbito internacional.

Hasta ahora lo único que sabemos es que China afirmó que durante las fases 1 y 2 no habían identificado efectos adversos graves, que la Academia de las Ciencias china también le da su visto bueno y que Uzbekistán ha aprobado su uso tras testarla voluntariamente en su población.