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MADRID, 12 nov (France24) — En lo que el Comité Central del Partido Comunista de China ha denominado como “una resolución histórica” ha reforzado el poder del presidente Xi Jinping al frente del partido. Con ello abre el camino hacia una nueva “era” que iniciará, si no hay un giro inesperado, con un tercer mandato de Xi Jinping como presidente del país asiático.

Un lustro, 5 años, es lo que suele durar el mandato de cada Comité Central, el máximo órgano de poder en el Partido Comunista Chino. Actualmente el partido, que cumplió 100 años este 2021, vive bajo el mandato del XVIII Comité Central, el que sin duda puede considerarse como el que encumbró la figura de Xi Jinping al Olimpo de los líderes comunistas en China.

En cada lustro, los miembros del Comité (actualmente unos 370) se reúnen en una media de 7 plenos, de los cuales el sexto suele ser el más importante por los avances del futuro del partido y del país, que suelen salir de ellos. Fiel a la tradición, el sexto pleno de este Comité Central ha dejado una “resolución histórica” que anticipa una “nueva era” bajo un tercer mandato del actual presidente, Xi Jinping, algo prohibido antes de que el anterior Comité lo restaurara.

Xi Jinping se equiparará así a figuras tan importantes como Mao Zedong o Deng Xiaoping, un camino iniciado ya en el sexto pleno del anterior Comité Central, cuando fue nombrado “centro” del partido, un cargo que anteriormente solo ostentaron Zedong y Xiaoping. Bajo los mandatos de ambos se firmaron también las otras dos únicas resoluciones sobre la historia del partido.

La resolución de este jueves afirma que Xi Jinping “ha presentado una serie de ideas, pensamientos y estrategias nuevas y originales sobre la gobernanza nacional, en torno a las principales cuestiones de nuestros tiempos” y que gracias a él, China ha conseguido “la inmensa transformación de ponerse en pie, hacerse próspera y convertirse en una nación fuerte”.

Una China moderna bajo el mando de un único líder

“El Comité Central llama a todo el partido, todo el Ejército y a la gente de todos los grupos étnicos a unirse alrededor del Comité Central con el camarada Xi Jinping como su núcleo, para poner en marcha la nueva era de socialismo con características chinas”, afirma el comunicado.

Con él, se ahonda en la declaración de Xi Jinping como líder único del partido. Hijo de un alto cargo del partido, fue haciendo carrera dentro de la burocracia china hasta ser nombrado en 2012 como Secretario General del PCCh. Visto entonces como una figura capaz de armonizar a las diferentes familias del partido, fue nombrado presidente de la República Popular China en 2013.

Desde entonces ha ido acumulando poder y reduciendo el de sus rivales, a la par que ha vuelto a una política de culto al líder mucho más fuerte que la de sus predecesores. Ahora Xi espera hacer de China un “país socialista moderno en todos los aspectos”, como se recalca en la resolución.

El pleno afirma también que China tiene que “mejorar su capacidad para responder a riesgos y desafíos”. El texto subraya la apuesta por “avanzar en la autosuficiencia científica y tecnológica”, lograr la “prosperidad común” y un “desarrollo de alta calidad” y conseguir el rejuvenecimiento del país.

China debe “hacerse valer” tanto dentro como fuera

Entre los retos a llevar a cabo por el país, el Comité Central señala que es necesario un país “fuerte” que se haga “valer”, en lo que el Ejército Popular de Liberación (EPL) deberá jugar un papel primordial. Para ello, afirman, el EPL ya ha tomado “medidas” para “salvaguardar” la soberanía china “con un espíritu de lucha indomable”.

En los últimos tiempos, China afirma haber sufrido ataques a su economía y tecnología por parte de Estados Unidos por medio de sanciones para frenar su desarrollo y ha tenido choques en la montañosa frontera con India con algunas escaramuzas entre los ejércitos de ambos, además de proseguir su histórica lucha por el dominio de Taiwán, a la que considera una provincia separatista que tarde o temprano retornará al control de Beijing.

En la pasada cumbre virtual de directores ejecutivos del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), el presidente chino afirmó al respecto que “la región de Asia-Pacífico no puede y no debe regresar al estado de confrontación y división de la Guerra Fría”, un gesto que hace pensar en una rebaja de tensión con EE. UU., después de que Washington asegurara que defendería a Taiwán en un eventual ataque chino.

En el ámbito interno, Beijing ha hecho frente a las grandes protestas en la ciudad autónoma de Hong Kong, que acusaba a Bejing de restringir sus libertades y romper de facto el pacto de un país, dos sistemas, a través de la nueva ley de seguridad. Las protestas fueron reprimidas con violencia por Beijing, que encarceló a varios líderes y activistas hongkoneses y ha limitado casi por completo la oposición al Gobierno central en el territorio. El pasado octubre Amnistía Internacional cerró su sede en la ciudad.

ONGs como la propia Amnistía Internacional y activistas pro derechos humanos acusan también a Beijing de cometer crímenes contra la humanidad en la provincia de Xinjiang, habitada mayormente por una minoría musulmana en el país, los uigures.