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SANTIAGO, 13 dic (DF) — El camino primero lo hicieron los incas, luego los españoles, y después los chilenos y argentino. Justo en medio de la cordillera de Los Andes, a 4.700 metros sobre el nivel del mar, en el Paso Internacional San Francisco, se trabaja en un anhelado proyecto que uniría el Atlántico con el Pacífico y que permitiría exportar desde la costa de Atacama fruta, soja y litio provenientes del norte de Argentina, el sur de Brasil, Uruguay y Paraguay, directo hacia China.

El proyecto lleva siglos en planes. Ya en 1850 se pidió en Chile que se analizara la ruta cordillerana, sin mayor éxito. Por el otro lado, en 2016 la agencia de créditos para exportaciones de Estados Unidos, Eximbank, había comprometido financiamiento si es que la Casa Rosada respaldaba la idea, pero como no hubo avances concretos, el acuerdo expiro.

El otro año, sin embargo, el plan podría comenzar a concretarse. Un inversionista chino, llamado Max Wu, apoyado por una empresa estatal del país asiático, puso sus ojos en la iniciativa, que incluye una línea férrea en medio del desierto y ampliar el puerto de Chañarcillo.

De el empresario chino poco se sabe. Solo hay certeza de que este 15 de diciembre llegaría su propuesta para financiar el proyecto que tendría un costo exorbitante de US$20 mil millones. Quienes saben de este plan, aquí y en Argentina, están expectantes: quizás ahora sí que sí la ruta pueda concretarse.

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