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El proceso de reforma y apertura iniciado por Deng Xiaoping en 1978, ya mostraba numerosos avances a mediados de los años 80. Las fábricas contaban con más autonomía y en la costa se habían lanzado las primeras zonas económicas especiales. El comercio exterior despegaba y pasaba del 10 por ciento del PIB en 1980 al 35 por ciento en 1986. Aunque desde entonces, más de 500 millones de personas han salido de la pobreza en China y la mejora es indiscutible, el rápido desarrollo del país ha provocado en la actualidad problemas colaterales como la corrupción, la contaminación del medio ambiente y las desigualdades sociales. Situación que se agrava ante la evidencia de que las tasas de crecimiento económico anual de doble dígito ya son historia. De nuevo, el socialismo chino necesita que “las fuerzas del mercado” desempeñen un mayor papel en la economía. Porque de ir por la senda de las reformas, distintos informes auguran que China alcanzaría el estatus de primera economía mundial entre 2020 y 2025.

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