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El proceso de transformación de la estructura de crecimiento económico chino ya completa cinco años. Los resultados han sido mixtos. El país asiático ha tenido gran éxito en sus esfuerzos para desplazar la estructura industrial desde la manufactura a los servicios. Pero ha tenido menos éxito en el impulso del consumo privado. Esta particular desconexión se ha visto acompañada por un aumento constante de la tasa de ahorro urbana, a pesar de un aumento significativo de los ingresos personales. La buena noticia es que el XIII Plan Quinquenal, que será promulgado en marzo de 2016, probablemente abordará esta preocupación de manera explícita. Una sólida propuesta en el terreno de las pensiones y de la atención de salud son especialmente importantes en este sentido, al igual que el compromiso de las autoridades para permitir que los trabajadores puedan transferir sus hukou (permiso de residencia), con sus prestaciones sociales asociadas. Pero quizás el mayor avance en la remodelación de las normas sociales de China lo constituye el fin de la política de planificación familiar de un solo hijo, en vigor desde 1980. Las consecuencias eventuales de este cambio a largo plazo no puede ser minimizado. A medida que la unidad familiar, el centro de la herencia confuciana, experimenta cambios en China, también lo hará el carácter social y económico del país.

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