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A comienzos de diciembre, el gobierno chino anunció profundos cambios al “hokou”, sistema de registro que determina si una persona puede disfrutar o no, de los subsidios públicos en áreas urbanas. Décadas de aplicación de esta política, introducida para evitar una oleada de inmigrantes que podrían desestabilizar ciudades, ha agravado la brecha social y frenado la libre circulación de mano de obra. Según las últimas reformas, los trabajadores migrantes podrán solicitar permisos de residencia especiales que proporcionan algunos de los beneficios de un hukou urbano; siempre y cuando puedan comprobar, mediante un contrato de trabajo o de arrendamiento, que han vivido en una ciudad durante seis meses. Sin embargo, la mayoría de los migrantes son trabajadores eventuales que carecen de estos documentos. Es más, las reformas realmente no se aplican en las ciudades más grandes (sobre 5 millones de habitantes); puesto que ellas establecen sus propios requisitos. Si bien China ha dependido de la migración interna para proporcionar mano de obra barata, todavía quiere controlar desde y hacia dónde se mueven los trabajadores. En ese sentido, las nuevas reformas parecen diseñadas para alejar a los migrantes de las grandes ciudades de la costa, para dirigirlos hacia las más pequeñas del interior.

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