Al momento de crear una empresa, bajo la concepción de una futura expansión internacional, el país que sin duda genera más atracción es China. Y no sólo por su gran cantidad de habitantes, sino por las casi infinitas oportunidades de negocio que ofrece. No obstante, sus particularidades sociales y restricciones son las cuestiones que todo empresario debe tener en cuenta. Porque China es un mercado enorme, pero también muy cerrado. La norma suele alentar a que, para poder entrar en China, es necesario abordar acuerdos de partnership previos; contratar un gestor nativo es el recurso más evidente. Pero el idioma, que puede parecer la peor traba de la lista, es quizá la más sencilla de sortear. El problema viene cuando llegan las facturas, con modelos diferentes de gestión; en donde muchas veces ni existe este tipo de documento, porque no entra dentro de sus costumbres.
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