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Si China viviera una crisis como la que sufrió Japón en los años ochenta las consecuencias para la economía global serían devastadoras. A pesar de que hace bastante tiempo la prioridad de Beijing ha sido evitar ese destino, la deuda total de China en la actualidad asciende al 250% del PIB y sigue subiendo. Asimismo, las autoridades intentan controlar los precios del sector inmobiliario, que se han disparado, y el gobierno sigue lidiando con las consecuencias del estallido de la burbuja bursátil en 2015. ¿Hasta qué punto hay un riesgo de que la economía china se vuelva como la japonesa? Las opiniones de los analistas están divididas.

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