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Estados Unidos es demasiado dependiente de la economía china para agravar sus lazos con el país asiático. Durante 2016, el intercambio comercial bilateral llegó a 519 mil millones de dólares. Los bienes y servicios chinos son un componente integral de la vida cotidiana en América. Pero las estadísticas no son sólo un ejemplo de interdependencia económica, sino también de influencia. La influencia económica global de China tiene tres dimensiones principales: esperanza, relaciones internacionales, y alternativas sociales y económicas. China es un país ansioso de éxito y de adaptación. El cambio y sus ajustes son los dos ingredientes más importantes de sus políticas domésticas e internacionales, que combinadas, se convierten en receta de un éxito poco convencional. Frecuentemente se afirma que el comportamiento futuro de China es incierto y puede seguir la trayectoria de un poder agresivo. Sin embargo, su interés es más de naturaleza defensiva que ofensiva. El uso de la fuerza no sólo puede ir en contra del sentido común, sino también de la lógica china de éxito y desarrollo.

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