Estados Unidos ha comenzado a investigar el incumplimiento por parte de China de derechos de propiedad intelectual, lo que podría llevar a imponer aranceles elevados y generalizados a las importaciones chinas. Difícilmente éste sea un hecho sin consecuencias. En una relación humana codependiente, cuando una parte altera los términos de compromiso, la otra se siente desvalorizada e invariablemente responde del mismo modo. Lo mismo puede esperarse de las economías y de sus líderes. Estados Unidos no tiene el as en la manga en su relación económica con China. La administración Trump puede ejercer presión sobre China y, en un sentido, pueden existir buenas razones para hacerlo. Pero se ignoran cuestiones importantes respecto de las consecuencias de esta presión. Endurecer la postura con China ignorando a la vez esas consecuencias podría ser un error de proporciones épicas.
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