Con frecuencia, la cobertura mediática sobre China tiende a centrarse en los comentarios de los analistas que durante muchos años han estado pronosticando un colapso inminente de su economía. El factor clave de estas tesis es que la estructura económica del país asiático es insostenible porque se basa en la inversión, la industria pesada y las exportaciones, más que en el consumo y los servicios. Sin embargo, esta perspectiva se vuelve cada vez más obsoleta, en la medida que la economía china continúa con su proceso de reequilibrio. En ese sentido, 2017 será el sexto año consecutivo en el que los servicios y el consumo serán mayores que la fabricación y la construcción. En el primer semestre de 2017, por ejemplo, el consumo representó el 63% del PIB, frente al 42% en 2006. Efectivamente, la economía china enfrenta numerosos desafíos, pero estos deben ser puestos en contexto. Al observar hechos y cifras, hay muchas razones para ser optimista acerca de su futuro.
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