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Durante 2018 China buscará hacer frente a algunos de sus mayores obstáculos económicos, como el riesgo financiero, la contaminación ambiental y el mantenimiento de la cohesión social. El gobierno ha reiterado que mantendrá una “política fiscal proactiva y una política monetaria prudente”; mientras paralelamente continuará limpiando y reforzando los controles sobre el sector financiero del país. En línea con la búsqueda de la estabilidad, existe también una clara determinación de alejarse del crecimiento de alta velocidad para lograr un crecimiento de alta calidad. En ese sentido, la campaña contra la pobreza se acelerará, y millones de pobres rurales serán reubicados en nuevas viviendas, impulsando de paso las cifras del PIB. La agenda de Beijing es clara; pero las incógnitas persisten. China siempre ha tenido dificultades al momento de tratar de equilibrar lo que se planifica a nivel central y su posterior implementación a nivel local.

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