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Desde 2012, la Universidad de Tianjin, a unas dos horas al sureste de la capital china, ha ofrecido las denominadas “carpas de amor” gratuitas a los padres de sus nuevos jóvenes residentes, a fin de facilitarles a las familias de bajos recursos ser parte de la tradición de mudanza a la institución. Sin embargo, el fenómeno, que se ha esparcido a varias universidades en toda China, ha despertado un debate acerca de si los padres están mimando demasiado a esta generación de hijos únicos, que nació tras adoptarse la política china de un solo hijo en 1979, y que acaba de abolirse a principios de 2016. Hoy, muchos jóvenes chinos son los primeros de su familia en ir a la universidad. En los últimos años, el gobierno ha abierto cientos de universidades y las inscripciones se han disparado. El año pasado hubo 37,8 millones de alumnos, un aumento de más del 20 por ciento desde 2010.

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