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SANTIAGO, 27 mar (El Mercurio) — En una señal de apertura al megaproyecto chino de la Nueva Ruta de la Seda, el Presidente francés, Emmanuel Macron; la Canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, reivindicaron ayer la necesidad de una colaboración comercial más estrecha y equilibrada con Beijing, que dé más acceso a la Unión Europea (UE) al mercado de China.

En una reunión en París con el Presidente chino, Xi Jinping, los líderes europeos admitieron que mantienen una “rivalidad” con China con respecto a sus políticas comerciales, pero aseguraron que están comprometidos a una relación “basada en la confianza” y la “reciprocidad”.

De esta forma, los europeos mostraron su disposición a unirse al proyecto de Xi de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, el nombre oficial del plan chino), para lograr un mayor equilibrio, ya que la UE mantiene un déficit comercial con China de unos US$ 200 mil millones. “Como europeos, queremos desempeñar un papel activo” en la BRI, dijo Merkel tras las conversaciones. “Eso debe llevar a una cierta reciprocidad, y todavía estamos discutiendo un poco sobre eso”, agregó la Canciller alemana.

“Tenemos divergencias”, afirmó Macron tras la reunión, “pero respetamos a China (…) y esperamos naturalmente que nuestros grandes socios respeten también la unidad de la Unión Europea y los valores que representa”. Según los líderes europeos, pidieron concretamente a Xi que la Nueva Ruta de la Seda beneficie los intereses del bloque y les dé el mismo espacio a las empresas comunitarias que el de las compañías chinas en la UE.

Xi sostuvo que las relaciones actuales entre su país y la UE están “marcadas, sobre todo, por la cooperación”. “Es cierto que hay puntos de desacuerdo, también competencia, pero es una competencia positiva”, agregó.

El Presidente chino, en plena búsqueda de inversores para su gigantesco plan dijo que no se opone a ese principio, y aseguró que “la iniciativa de la Ruta ha enriquecido el concepto del multilateralismo (…) Todos los países del mundo son bienvenidos”.

Infraestructura clave

El proyecto de Beijing, planteado por Xi por primera vez en 2013, contempla inversiones de infraestructura (desde carreteras hasta puertos marítimos) en 65 países de Asia, África y Europa por más de US$ 900.000 millones y, entre otras cosas, cuenta con la línea ferroviaria más larga del mundo, que desde fines de 2014 une a Madrid con la ciudad china de Yiwu, un recorrido de más de 13.000 km.

Hasta ahora, 68 países y organizaciones internacionales han firmado acuerdos de compromiso, una lista a la que el fin de semana se unió Italia como la primera nación del G7 en confirmar su participación. Chile firmó en noviembre pasado un acuerdo de cooperación entre ambos países en el marco de la BRI, durante la ChileWeek China en Beijing. El canciller Roberto Ampuero suscribió el memorándum de entendimiento a nombre del Gobierno del Presidente Sebastián Piñera.

El plan de Beijing para establecer su Nueva Ruta de la Seda ha generado incomodidad entre algunos países de Occidente, incluidos miembros de la UE, que acusan al megaproyecto de ser una herramienta de Xi para expandir la influencia de China por el mundo.

“China es consciente de las crecientes preocupaciones europeas. Sin embargo, busca aprovecharse las ventajas que le presentan los países ‘más pobres’ de la UE, en el sur y el este de Europa, para ofrecer inversiones y cultivar fuertes vínculos políticos. Si bien existe una creciente preocupación, los países de la UE todavía están dispuestos a recibir inversiones chinas y tendrán cuidado de no ejercer demasiada presión” sobre Beijing, explicó a “El Mercurio” Erik Brattberg, director del programa europeo del Carnegie Endowment For International Peace y experto en las relaciones de Europa con China.

En este contexto, Macron insistió en que “la cooperación aporta más que la confrontación”, mientras que Xi aseguró que se tiene que superar la “desconfianza” hacia su país. El Presidente chino, sin embargo, no anunció medidas concretas para tranquilizar a las inquietudes que los europeos han expresado sobre su plan.