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China está pasando de una economía de exportación impulsada por la inversión, a una economía impulsada por la innovación que depende del consumo interno. El rol de las empresas estatales se ha vuelto más importante en estas circunstancias, ya que tradicionalmente han ayudado al gobierno a realizar reformas, aunque la nueva economía orientada al consumo requiere un nivel de flexibilidad y capacidad de respuesta que generalmente carecen los organismos públicos. China es el hogar de 109 corporaciones incluidas en Fortune Global 500, pero solo el 15% de ellas son de propiedad privada.

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