WASHINGTON, 28 may (El Mercurio/WSJ) — Mientras altos personeros de EEUU y China se reunían en el Salón Oval en febrero pasado, el Presidente Trump tenía un mensaje simple para su principal negociador, Robert Lighthizer: cierre el acuerdo.
Tres meses después, el acuerdo comercial entre China y EEUU todavía está lejos de terminar. Las conversaciones fracasaron este mes cuando Beijing se resistió a las exigencias de EEUU de que cambie sus leyes para cimentar un acuerdo, lo que China consideró como un ataque a su soberanía.
Antes de su nombramiento en 2017 como representante de Comercio, Lighthizer se había desempeñado tres décadas como abogado comercial, en las que había representado principalmente a U.S. Steel Corp. y a otros clientes cuando habían solicitado al gobierno estadounidense que impusiera aranceles a los competidores extranjeros.
Al igual que el Presidente Trump, Lighthizer, de 71 años, evita acuerdos complejos con varios países de una vez y ha buscado concesiones de China unilateralmente, a pesar de los muchos llamados que han hecho legisladores para que se adopte un enfoque multilateral que no exponga a las empresas estadounidenses a todo el riesgo que implican las luchas comerciales.
Personeros estadounidenses indican que una razón para la línea dura de Lighthizer es la creencia de que China ha ignorado obligaciones comerciales anteriores, de modo que él quiere hacer un nuevo acuerdo que sea lo más vinculante que se pueda dentro del marco legal.
“Nuestro objetivo es promover una reforma en China”, explicó Lighthizer hace poco ante el Congreso, y agregó que el capitalismo de Estado y los robos de tecnología del país eran “un problema existencial”.
La insistencia en el cambio de la ley en China es sensible para Beijing ya que representa un desequilibrio en el acuerdo: no se espera que cambie la ley estadounidense, porque el gobierno de Trump no está planeando someter algún acuerdo con China al Congreso.