En medio de muchas discusiones sobre los desafíos que enfrenta la economía china, la lista de “sospechosos habituales” generalmente excluye el escenario más preocupante de todos: los disturbios populares. Si bien los escépticos sostienen que la protesta generalizada contra el régimen y sus políticas es poco probable, los eventos ocurridos en Francia, Ecuador y Chile, sugieren que China puede no ser inmune a una revolución de expectativas crecientes. Un movimiento que se origina no tanto por el deterioro de la calidad de vida, como por el fracaso del gobierno en cumplir todo lo prometido.
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