No estamos ante una repetición de las disputas de la Guerra Fría. Ni China ni Estados Unidos tienen un compromiso profundo con ningún orden global que pueda sustituir sus propios intereses. Esta rivalidad se asemeja mucho más a un juego de ajedrez entre dos grandes maestros, donde los movimientos y contra-movimientos tienen consecuencias varios movimientos más tarde. Prácticamente todos los países y todas las empresas del mundo se verán afectados, directa o indirectamente, por este juego de ajedrez geopolítico. Y tanto para los países como para las empresas, la política correcta es de compromiso, tanto con China como con Estados Unidos.
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