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La interdependencia económica y ecológica reduce la probabilidad de una guerra fría real, mucho menos que una guerra caliente, porque ambos países tienen un incentivo para cooperar en muchas áreas. La soberbia norteamericana siempre es un peligro, pero también lo es el miedo exagerado, que puede conducir a una reacción desmesurada. Igual de peligroso es el creciente nacionalismo chino que, combinado con una creencia en la decadencia norteamericana, lleva a China a asumir riesgos mayores. Ambas partes deben tener cuidado de no cometer errores de cálculo. Después de todo, en la mayoría de los casos, el mayor riesgo que enfrentamos es nuestra propia capacidad de error.

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