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En la década de los noventa, ciudades chinas como Sichuan todavía se sentían remotas, e incluso el comercio estadounidense parecía estar a un mundo de distancia. Pero para 2020, ya había más de setenta mil empresas estadounidenses haciendo negocios en China. Y muchos chinos produciendo gran parte de los bienes que compraron los estadounidenses durante esta época de crisis.  El desacoplamiento se había considerado un proceso económico, pero los vínculos con el mercado eran más fuertes que nunca: en 2020, el comercio entre Estados Unidos y China aumentó en casi un nueve por ciento. La separación ocurrió, pero casi en su totalidad a un nivel humano.

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