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Parece que estamos presenciando el inicio de una era de lo que The Economist denomina “autoritarismo regulatorio” en China, y nadie tiene una idea muy clara de por qué. En un nivel, parece existir la creencia de que el sector privado ha exacerbado la desigualdad y está socavando los objetivos socialistas de China. Pero el objetivo más amplio pareciera ser otro. En 2013, China reconoció que el mercado tenía que desempeñar un papel decisivo en la asignación de recursos. Sin embargo, lo que estamos viendo es un ataque sostenido a las fuerzas del mercado. Esto se debe al entendimiento de que un papel más importante para el mercado puede generar una mayor eficiencia económica, pero también conducir a una pérdida de control político por parte del Partido Comunista de China.

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