MADRID, 13 sep (El Economista) — Todo lo que ocurre con el gigante asiático se suele analizar todavía con trazos gruesos por parte de muchos inversores, ya que no es fácil despegarle la etiqueta de mercado emergente. Y aunque hace tiempo que los asesores patrimoniales aconsejan tener una exposición como mínimo del 10% en China, lo cierto es que cualquier corrección en sus mercados se sigue viviendo con miedo en lugar de una oportunidad de entrar en la que va camino de ser la primera economía mundial.
Es lo que ha ocurrido este año, donde una serie de factores heterogéneos han impactado en los mercados chinos. Primero fue el temor al rebrote del coronavirus, que provocó el confinamiento de varias provincias; después fueron las lluvias torrenciales que afectaron a uno de los centros logísticos más importantes del país; y luego han sido los datos macro que muestran cierta desaceleración del crecimiento. A esto se unió la presión regulatoria de las autoridades sobre las compañías tecnológicas y el control más estricto sobre la salida a bolsa en países como Estados Unidos, donde los unicornios chinos han encontrado en los últimos años un mar de financiación, sin olvidar la lucha soterrada que subyace con los norteamericanos por liderar la supremacía tecnológica.
Esto provocó que las bolsas chinas llegaran a caer más de un 40% en verano. Las ventas fueron indiscriminadas, aunque poco a poco los inversores han regresado hasta reducir las pérdidas a poco menos del 4% en el caso del CSI 300 Index, que pondera el comportamiento de las principales compañías cotizadas en Shanghai y Shenzhen. Los fondos de renta variable que invierten en compañías del gigante asiático, que han logrado rentabilidades anualizadas del 16% a diez años y del 11,8% a tres años, según datos de Morningstar, ya han reducido las caídas a solo un 5% de media, lo que permite pensar que pueden recuperar la tendencia positiva del año pasado, un ejercicio, el de lo peor de la pandemia, en el que proporcionaron un 28% de media. De hecho, hay fondos que ganan en el año un 8%, como es el caso del Schroder ISF All China Equity.
Con este panorama, ¿qué debe hacer un inversor: aprovechar para incrementar su posición en el gigante asiático o reducir el peso en cartera como precaución? La mayoría de las firmas consultadas por elEconomista lo tienen claro: es el momento de mantener la posición y, según el perfil de riesgo, incrementarla gradualmente. Pero también aconsejan ser más selectivos y apostar por sectores menos glamurosos.
“Invertir en China siempre va a ser una apuesta arriesgada, como las recientes correcciones nos han mostrado. A los riesgos habituales de negocio tenemos que añadir el riesgo al que están sometidas las empresas por operar principalmente en un mercado que en la práctica está muy intervenido por el Partido Comunista chino. Además, están sometidas a las continuas tensiones gubernamentales entre EE.UU. y China. Pero muchas de estas compañías cuentan con negocios muy sólidos, bien por el dominio que tienen de su propio mercado, bien por ser líderes tecnológicos mundiales, y además tienen unas tasas de crecimiento sin comparación en Occidente. Son firmas cuyo negocio se va a adaptar a las nuevas directrices del gobierno, que se han vuelto imprescindibles en el día a día de todos los chinos, y que ahora podemos comprar con descuentos que pueden llegar al 50%. Nuestra opción es mantener la exposición. De hecho, en algún caso de inversiones que teníamos previstas las hemos ejecutado igualmente, pero gracias a las correcciones finalmente hemos adquirido un número de acciones mucho mayor del previsto inicialmente”, asegura Josep Bayarri, director de inversiones de Arquia Gestión.
“En ningún caso creemos que sea momento de vender. Es una oportunidad para comprar en las carteras que tuvieran poca o nula exposición a este mercado. En las carteras que ya tengan exposición dependerá del nivel de riesgo de la misma, pero entre un 5% y 10% de la renta variable puede ser un buen punto de partida”, señala Juan Pablo Calle, selector de fondos de Rentamarkets.
Mark Matthews, responsable de Research Asia en Julius Baer, da otra razón más contundente para mantener la inversión en China. “Su mercado de capitales tiene muchas empresas que se benefician de la expansión de la clase media. La riqueza de los hogares chinos es de alrededor de 40 billones de dólares. Más de la mitad se invierte actualmente en el sector inmobiliario y menos del 10% se invierte en acciones. El gobierno ha dejado muy claro que ya no permitirá la especulación y la rápida apreciación de los precios, por lo que creemos que habrá un flujo constante de riqueza de los hogares hacia las acciones”, apunta.
Medidas políticas
La nueva regulación y la nula o mala explicación por parte del gobierno chino ha sido el responsable de que los inversores percibieran estas medidas como un nuevo acto de intrusismo de las autoridades, en lugar de ser políticas a medio plazo para intentar amortiguar las desigualdades generadas por el Covid y a más largo plazo para contrarrestar la caída demográfica. “Aunque muchos de los inversores vean con miedo la regulación, hasta cierto punto es comprensible que China intente regular ciertos sectores que siendo novedosos se han desarrollado de manera brutal. Sintetizando mucho, el objetivo del gobierno es mejorar la igualdad en el país y, por otro lado, intenta defender la seguridad nacional fiscalizando un sector tecnológico que se ha desarrollado a una velocidad vertiginosa”, subraya David Azcona, director de inversiones de Beka Values.
Virginie Maisonneuve, directora de inversiones global de renta variable de Allianz Global Investors, ofrece un dato: China consume el 35% del suministro mundial de semiconductores, pero fabrica solo el 10%. “Para un país tan enfocado en la seguridad nacional, reducir las vulnerabilidades de la alta tecnología será su máxima prioridad. Los inversores que reconozcan esto se encontrarán bien posicionados para utilizar la inevitable volatilidad del mercado para construir posiciones estratégicas”, recalca.
“El covid ha agravado la desigualdad social en China, un problema que las autoridades locales trataron de resolver con una serie de medidas regulatorias con el objetivo de reducir el coste de la vida y la educación en todo el país. Estas reformas del sector educativo están en clara consonancia con los objetivos de reducir los costes de la crianza de un hijo”, apunta Sean Debow, CEO de Eurizon Capital Asia.
Para Pilar Cañabate, gestora de carteras de Andbank Wealth Management, estas reformas esconden una búsqueda por favorecer la economía real. “Es posible que el gobierno chino quiera concentrar esfuerzos y capital en un incremento de la productividad nacional que solucione los desafíos de la economía real: conseguir la independencia en semiconductores, nuevos materiales y desarrollar la tecnología pesada antes que la tecnología ligera. Xi Jinping, el presidente de China, ha asegurado que la digitalización es importante, pero más lo es la economía real”, explica.
Una de las recomendaciones de las firmas consultadas es mantener la exposición a China pero desde otra perspectiva, buscando favorecerse del crecimiento doméstico y no tanto de las grandes firmas tecnológicas. Hay una categoría de fondos centrados en estas empresas, que se focalizan en las acciones denominadas clase A, que de hecho han sido las que menos han sufrido estos meses. Y ya se encuentran en positivo, con un rendimiento medio del 1,5%
“China está compitiendo por ser líder en muchos aspectos de la tecnología, como semiconductores o inteligencia artificial, pero de una manera que beneficie a la gente común en lugar de a unos pocos multimillonarios con las OPV de unicornios. Es probable que el reciente impulso de reformas continúe por un tiempo mientras alinea las ambiciones de sus gigantes corporativos con los objetivos estratégicos del país, para permitir un crecimiento más uniforme entre todos los estratos de la sociedad. Sin embargo, creemos que no debería desanimar a los inversores por seguir invirtiendo teniendo en cuenta la considerable huella económica de China en la economía mundial”, asevera Aneeka Gupta, director de Research de WisdomTree .
“El crecimiento de China es ampliamente superior a lo que podemos lograr en Occidente y los mercados de acciones y bonos, como siempre sucede, acaban con el tiempo reflejándolo. La recomendación es paciencia y aprovechar el momento para ampliar posición. Casi todos los sectores de la economía están experimentado la imprevisible y mal comunicada ola de reformas y regulación del gobierno chino y los inversores, domésticos y sobre todo extranjeros, están reaccionando con ventas indiscriminadas y de ahí que en estos momentos la visión de medio/largo plazo debe primar y seguir confiando en la que será pronto la mayor economía del mundo”, enfatiza Guillermo Santos, socio de iCapital.
Mientras toda esta oleada de regulaciones y medidas políticas calan en las empresas, la cautela debería ser la norma para los inversores. Richard Evans, socio de Candence Investments, la boutique especializada de Mediolanum International Funds, señala que aunque las recientes caídas de los precios de las acciones chinas, especialmente de las empresas online, parecen ofrecer oportunidades de valor a corto plazo, los cambios en el entorno normativo tendrán un efecto significativo y duradero en algunos modelos de negocio. “El Gobierno ha abandonado su postura de apoyo pasivo y está adoptando un enfoque mucho más activo sobre la forma en que el sector interactuará con el público, especialmente con los jóvenes. Hasta que no se aclare el alcance de este cambio, seguimos siendo prudentes a la hora de aumentar la exposición”, subraya. Una postura que comparte Norman Villamin, director de inversiones de UBP “Hemos estado reduciendo nuestra exposición a China tanto en deuda como en acciones durante gran parte del segundo trimestre del año”, puntualiza.
Pero Jaime Raga, responsable de relación con clientes de UBS AM Iberia, es contundente con la oportunidad que representa China. “El mercado bursátil chino es ya el segundo del mundo y está alcanzando rápidamente al estadounidense. Al igual que un inversor global no querría estar fuera de EEUU, lo mismo es válido para el mercado de acciones chinas”, concluye.