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Después de décadas en las que China se sintió como una apuesta única para las empresas europeas, las condiciones del mercado se han vuelto mucho más desafiantes debido a las políticas restrictivas de Covid-19, la desaceleración del crecimiento económico y el aumento de las tensiones geopolíticas. En este contexto, la inversión europea en China se ha vuelto mucho más concentrada, tanto en términos de las empresas que invierten allí, los países de donde provienen y los sectores en los que operan.

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