MADRID, 9 ene (El Economista) — China es el mayor contaminante del mundo. Su elevado consumo de carbón y combustibles fósiles hace del ‘gigante asiático’ el país que más emisiones de C02 lanza cada año: el 30% de todas las emisiones del mundo. No obstante, Beijing quiere cambiar esta situación y para ello está tomando medidas drásticas para reducir la contaminación. Entre ellas destaca el mayor proyecto de energías renovables que se está construyendo en el mundo. China ha comenzado a construir y colocar miles de paneles solares en medio del desierto.
China Three Gorges (CTG) ha comenzado a trabajar en este megaproyecto de generación de energía en el desierto cuyo coste ascenderá a unos 80.000 millones de yuanes (11.600 millones de dólares).
Proyecto en Mongolia Interior
En los últimos días de 2022, CTG anunció el inicio de la construcción del primer proyecto piloto del Proyecto Base de Kubuqi en Mongolia Interior (una provincia autónoma de China), que contará con almacenamiento de energía eólica, solar y de energía a escalas épicas para ayudar a China a cumplir sus vastos planes para reducir la contaminación y apostar por las energías renovables.
El proyecto finalmente incluirá 8 GW de capacidad solar y 4 GW de turbinas, junto con unos 4 GW de capacidad de carbón sofisticado o mejorado (en principio contamina mucho menos), según los medios locales.
De este modo, el proyecto se situará en el desierto de Kubuqi y tendrá una capacidad de 16 gigavatios, según ha revelado la propia firma China Three Gorges Group, uno de los constructores. Podrá transmitir anualmente 40.000 millones de kilovatios-hora (kWh) de electricidad a Pekín, Tianjin y la provincia de Hebei, de los cuales más de la mitad procederán de energía limpia, según un informe del medio estatal Xinhua News.
“El proyecto de la base de Kubuqi es el proyecto de base eólica y fotovoltaica más grande del mundo, desarrollado y construido en áreas desérticas”, asegura CTG en un comunicado.
La base de Kubuqi se une a una serie de megaproyectos renovables en el desierto que están planificados (pero que todavía no se han comenzado a desarrollar) a nivel mundial, algunos con ambiciones de capacidad aún mayores y muchos vinculados a la producción planificada de hidrógeno verde.
El primer proyecto en marcha es un campo fotovoltaico de 1 GW con el almacenamiento de energía “correspondiente”, aseguran desde CTG, que no ha dado un una fecha concreta para el desarrollo después de que altos funcionarios regionales y de la compañía asistieran a la inauguración.
Álvaro Antón, Country Head de abrdn para Iberia, destaca el cambio de China (con miras al largo plazo) que ahora tiene un enfoque muy claro sobre el cambio climático, “ya que el país ha modificado el lenguaje de su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) bajo el Acuerdo de París, acelerando los plazos y la ambición”, asegura este experto.
El documento de la CDN de China prevé ahora que las emisiones alcancen su punto máximo antes de 2030 (en lugar de “alrededor de 2030” como se mencionaba anteriormente), mientras que a nivel político el objetivo está ahora en que la cuota de los combustibles no fósiles en el consumo de energía primaria alcance el 25% en 2030 (en lugar de “alrededor del 20%”como se pretendía anteriormente).
Las empresas también se suman
Mientras que China se compromete a abordar el cambio climático a nivel estatal, las empresas también están aumentando sus propias ambiciones climáticas. Y lo que es más importante, varias compañías chinas están bien situadas para contribuir a la descarbonización mundial, según la firma abrdn.
China domina la capacidad de fabricación mundial de energías renovables y tecnologías de almacenamiento, y muchas empresas son líderes mundiales en estos campos. La descarbonización de la economía mundial requiere enormes inversiones en energías renovables y almacenamiento, lo que podría beneficiarse en gran medida a China.
Por ello, el ‘gigante asiático’ es el primero interesado en desarrollar este tipo de proyectos y demostrar que funcionan. El cambio de su modelo productivo (dejando de lado el inmobiliario) puede ser más sencillo y suave si otras industrias como la de las energías renovables sigue creciendo.