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SHANGHAI, 10 ene (EFE) — La reapertura en China tras el final de la política de ‘cero covid’ y el consiguiente proceso de reactivación de la economía nacional no se traducirán en presiones inflacionarias para el resto del mundo, pronostica un informe de la consultora Capital Economics.

Los primeros compases de la reapertura sí que podrían suponer un cierto “contagio” al resto del mundo debido a las disrupciones a las cadenas locales de suministro por la rápida y descontrolada propagación del virus, pero el informe asegura que no hay preocupación al respecto debido a que las fábricas tienen suficientes productos terminados en sus almacenes para responder a nuevos pedidos incluso aunque detengan su producción.

“Los inventarios de productos terminados en China se encuentran actualmente elevados con respecto a las ventas (…). Y ahora que la demanda global de bienes producidos en China ha caído, la capacidad de transporte de contenedores ya no está tan tensa”, apunta el informe elaborado por el analista Julian Evans-Pritchard.

El experto asegura que el efecto negativo sobre el suministro se desvanecerá en cuestión de semanas, al pronosticar que los trabajadores ya se habrán infectado y recuperado cuando vuelvan a sus puestos tras las vacaciones del Año Nuevo lunar, que este año se celebra a finales de enero.

Tras ello, Evans-Pritchard habla de un “segundo acto” del proceso de reapertura, en el que China volvería a convertirse en un exportador de deflación: “El precio en fábrica de los bienes de consumo duraderos ya ha ido cayendo durante el último año y sugiere que los precios chinos de exportación volverán a bajar pronto”.

Sin embargo, el repunte de la actividad en China sí podría hacer que la inflación en materia energética no bajase tanto en otros países como se esperaba: “Una resurrección de la demanda china podría traducirse en unos precios más altos de las materias primas a nivel global”.