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BEIJING, 9 mar (Reuters) — La minorista china de moda rápida Shein quiere dar un nuevo golpe en la mesa de la industria del low cost. Nada menos que empezar a cotizar en bolsa. Y no en cualquiera. Ha puesto fecha y lugar: EEUU, a finales de este año. Para ello, parece haber iniciado una ronda de financiación evaluada en torno a los dos mil millones de dólares (1.894 millones de euros) este mismo mes de marzo.

Entre los inversores que podrían respaldar la operación a la que aspira Shein estaría el fondo soberano de riqueza de los Emiratos Árabes Unidos, Mubadala. Se trata de un inversor importante en esta ronda, al igual que los ya existentes, la firma de capital privado General Atlantic (GA) y el grupo de capital de riesgo Sequoia Capital China.

La textil china, que sustenta su negocio en las ventas exclusivas por el canal digital, atrae a millones de jóvenes de todo el mundo por la velocidad para renovar el armario y a precios de derribo de sus artículos. Su éxito parece incontestable, pese a las dudas en torno a los estándares de calidad, sostenibilidad de la marca y las constantes denuncias de plagio que pesan sobre la firma.

De confirmarse la salida a Bolsa en Wall Street, toda la opacidad que se cierne en torno a Shein podría quedar despejada, ya que hasta ahora ni siquiera los fondos de inversión que la financian ofrecen información sobre su evolución. Su presencia en el parque neoyorquino, de concretarse -lleva hablándose durante casi un año- sería la primera operación de capital de una empresa china en Estados Unidos desde julio del 2021, según avanzan analistas.

De todas formas todos estos movimientos se están llevando con sigilo y mucho hermetismo. Todas las fuentes consultadas se negaron a ser identificadas ya que la información era confidencial.

Shein, por su parte, señaló que actualmente no tiene planes para una oferta pública inicial y se negó a hacer comentarios. GA, Mubadala y Sequoia China también eludieron pronunciase.

La salida a bolsa, si tiene éxito, sería una de las más grandes del mundo este año y una prueba del apetito de los inversores estadounidenses por las empresas chinas en medio de la volatilidad de los mercados de capital y las tensiones geopolíticas.