BEIJING, 14 may (Wired) — Han pasado dos años desde el severo confinamiento de Shanghai (China), más de un año desde que China se despidió repentinamente de sus restricciones contra el covid-19. Un gigantesco sistema de cuarentenas, controles e hisopos obligatorios se archivó rápidamente. Casi como si nunca hubiera existido. Sin embargo, hasta la fecha se han mantenido algunas prácticas introducidas durante la época de la pandemia. Pero algunas están desapareciendo en estos momentos, como el reconocimiento facial, cuando el Gobierno de China intenta estimular tanto el turismo nacional como el internacional.
Basta con observar las políticas, actualmente temporales, de visado gratuito aplicadas a varios países europeos. Así que los establecimientos de alojamiento también se están adaptando. Como escribió hace unos días Caixin, un medio de comunicación chino especializado en temas financieros y económicos, las autoridades locales han ordenado a los hoteles de algunas metrópolis del país que dejen de escanear la cara de los huéspedes para registrarse. La medida se suprimiría en algunas de las principales y más visitadas ciudades, en concreto Beijing, Shanghai, Shenzhen y Hangzhou.
La mayoría de los hoteles citados por Caixin indicaron que recibieron avisos de los departamentos de policía locales a finales de marzo o principios de abril exigiéndoles que permitieran a los huéspedes registrarse sin utilizar el reconocimiento facial.
Los huéspedes ahora pueden completar la verificación de identidad mostrando su credencial, escaneando códigos QR específicos o rellenando formularios online, mientras que a los hoteles que aún no han retirado el equipo de registro por reconocimiento facial se les solicitó que introduzcan manualmente la información personal de los huéspedes en sus sistemas.
La revocación del reconocimiento facial en los hoteles no solo está relacionada con la eliminación de algunos de los últimos legados de la era del covid. De hecho, algunos de estos establecimientos habrían recibido la misma orden, pero de forma menos “sistemática”, ya en 2023, poco después de la anulación de la estrategia “covid cero”, inicialmente promovida por el presidente Xi Jinping e impugnada durante las protestas de finales de noviembre de 2022 contra las medidas anti-covid.
La decisión se produce también en un contexto en el que el Gobierno de China está intensificando la protección de datos, frenando la expansión del uso del reconocimiento facial. Durante las recientes “dos sesiones” legislativas de marzo, se presentó a la Conferencia Consultiva Política del Pueblo una propuesta para restringir el uso del reconocimiento facial en el sector turístico. Y en agosto, la poderosa Administración del Ciberespacio de China publicó un proyecto de normas que permitiría el empleo de esta tecnología únicamente cuando existiera un propósito específico y una necesidad suficiente, con estrictas medidas de protección.
Si los métodos de identificación no biométricos sirven para el mismo fin, deben preferirse al reconocimiento facial. La aplicación y extensión de uso de estos dispositivos ya no depende de la situación de la pandemia y los riesgos de infección por coronavirus, sino de la seguridad pública. Esto significa que, de hecho, los hoteles ya no tienen el derecho y la obligación de imponer a los huéspedes que escaneen su rostro para registrarse, porque sus sistemas de reconocimiento facial no se emplean para mantener la seguridad pública.
Algunas restricciones de la pandemia permanecen en China
Mientras tanto, otras medidas adoptadas en China durante la pandemia parecen seguir vigentes. Es el caso del sistema de compra de pasajes para el metro de Beijing requiere que la gente comparta sus datos personales. Curiosamente, Xinhua, la agencia de noticias estatal china, trató este tema en un artículo. “La epidemia pasó hace tiempo y la vida volvió [a la normalidad]. Sin embargo, algunas medidas para prevenir y controlar o restringir la circulación durante la epidemia en lugares públicos siguen vigentes”, escriben los periodistas Wu Mengda, Lu Chang y Xia Ke.
Además de la clandestinidad de “cierta ciudad”, como se la denomina en el artículo, se menciona el ejemplo de los hospitales para ancianos, que en muchos casos mantienen todavía, para algunas zonas de las instalaciones, un umbral para el número máximo de familiares autorizados a visitar a los pacientes. En algunos casos, las escuelas y universidades siguen cerradas para prevenir y controlar la epidemia y nunca han vuelto a abrir. Pero Xinhua insta a las autoridades a que hagan distinciones y aumenten su flexibilidad.
“El sustento de la gente es lo más importante. Ahora que se recupera plenamente la vida social, hay que abandonar las prácticas obsoletas”. Poniendo el ejemplo de los museos y monumentos, donde vuelve a ser posible comprar las entradas de forma física y no solo por internet, la agencia estatal de noticias sostiene que es “posible encontrar una solución mejor que tenga en cuenta las necesidades de la gente y la gestión del lugar”.
A continuación, lanza lo que parece ser una crítica a las autoridades locales de la capital china: “Los administradores de los lugares públicos urbanos tienen que escuchar más las voces y peticiones de la población, hacer consideraciones más prácticas, controlar lo que se debe y dejar pasar lo que sea posible, para garantizar el orden pero también el dinamismo”. Aún quedan algunos pasos para olvidar por completo lo que empezó hace más de cuatro años.