Después de décadas de rápido crecimiento, Beijing mira nuevamente más allá de sus fronteras para profundizar el comercio y las oportunidades de inversión. La nueva “Ruta de la Seda”, una versión moderna de la antigua ruta comercial durante las dinastías Han y Tang, se ha convertido en la iniciativa clave de la política exterior de China bajo la presidencia de Xi Jinping. Esta iniciativa se convertirá en el mayor programa de diplomacia económica desde el Plan Marshall, abarcando decenas de países con una población total de más de 3 mil millones de personas. Según los analistas, Beijing utilizará el proyecto para afirmar su liderazgo regional en Asia, estableciendo una nueva esfera de influencia en Asia central. El área alberga vastas reservas de petróleo y gas; mientras que la provincia china de Xinjiang, ha sido escenario de graves brotes de violencia en los últimos años. Al igual que el dilema del huevo y la gallina, Beijing se enfrenta a la pregunta sobre si la seguridad y la estabilidad son un requisito previo para el desarrollo económico, o si efectivamente se pueden pacificar los conflictos locales con una gran inversión y gasto en infraestructura.
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