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La salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) está creando una serie de perdedores. Pero de todas las turbulencias surgirá al menos un gran ganador: China. En el corto plazo, la debilitada economía del país asiático deberá batallar con el caos en la UE, su segundo mayor socio comercial. Pero a largo plazo, es casi seguro que el Brexit beneficiará sus intereses políticos y económicos. En términos prácticos, el objetivo clave de la unificación era mejorar precisamente la influencia de la región en el escenario mundial. Europa esperaba evolucionar desde una colección de estados ricos pero contenciosos, hacia un bloque poderoso; a la par de Estados Unidos y, más recientemente, de China. En realidad, Europa siempre ha tenido problemas para cumplir con ese ideal, sufriendo un nacionalismo persistente, que ha limitado su capacidad para forjar un frente común en cuestiones geopolíticas y comerciales. Sin ir más lejos, las empresas europeas sin duda habrían obtenido mejores resultados con una política común hacia China. Mientras que las compañías chinas ya han ido de compras en Europa, clubes de fútbol incluidos; un mercado europeo truncado, socavará la competitividad global de sus corporaciones.

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