El curso seguido por la economía japonesa en los últimos años puede entregar luces sobre el futuro de la economía china. Desde principios de la década de 1990, Japón ha mantenido a flote su economía a través del financiamiento de un déficit expansivo, cuyo resultado ha sido una deuda pública de casi el 250 por ciento del PIB, muy superior a cualquier otra economía desarrollada. Sin embargo, durante ese mismo periodo, su economía no ha crecido en términos absolutos. Por otro lado, al estarse reduciendo su población, la única manera de que el país crezca es mediante una expansión de la productividad. Cabe señalar que la economía de Japón fue aproximadamente el 60 por ciento del tamaño de la economía de Estados Unidos en 1993. En la actualidad es menos de un 27 por ciento. Japón y China se expandieron gracias a los grandes excedentes comerciales con Estados Unidos; pero ambos países llegaron a un punto en el que las tasas de crecimiento comenzaron a decaer, recurriendo al gasto deficitario y a la expansión del crédito. Desde alrededor de 2010, la deuda total de China ha crecido más rápido que su tasa de crecimiento nominal, por lo que algunos piensan que ya está mostrando signos del “Síndrome de Japón”. No obstante, como el nivel general de la deuda japonesa es mayor que la de China, puede pasar algún tiempo antes de que este último se quede sin espacio para manejarla.
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