Visita nuestro archivo

Durante el primer semestre de 2016, el consumo contribuyó en un 73,4% a la expansión de la economía china, cifra que supone un aumento de 12,5% frente a la registrada en el mismo periodo del año anterior. A pesar de que el consumo ha sido un motor menos potente de crecimiento del PIB de China en las últimas décadas, en comparación con las inversiones y exportaciones, este dato viene a demostrar que dicho sector gana poco a poco velocidad, en consonancia con los objetivos establecidos por las autoridades de Beijing. De acuerdo con el XIII Plan Quinquenal para el Desarrollo Económico y Social, aprobado este año por la Asamblea Popular Nacional, el país asiático busca pasar, hacia el 2020, de ser una economía basada en la industria y la inversión, a ser una impulsada por los servicios, la innovación y el consumo.

Cabe tener muy presente las características de este proceso, en la medida que una comprensión más profunda y matizada del consumo chino puede ayudar a potenciar y sobre todo a revelar nuevas oportunidades de negocios, señalando asimismo aquellas áreas en donde todo emprendedor debiese ser más cauteloso. Recientemente, la consultora estratégica global McKinsey & Company efectuó un balance de sus predicciones formuladas en 2011, en torno a los cambios en las preferencias y comportamientos de los consumidores chinos hacia el 2020. Con nueva información y datos, McKinsey confirma que efectivamente los consumidores chinos están evolucionando, aunque no todos exactamente de la manera en que ellos habían previsto.

Si bien persisten influencias de origen geográfico, importantes porcentajes de población continúan confiando en que su ingreso aumentará significativamente en los próximos cinco años. La tendencia general es que a medida que aumenta el ingreso, aumenta también la demanda por alimentos, productos relacionados con el cuidado de la salud, actividades recreativas y viajes. Los consumidores chinos en general tienden a ser más individualistas, en el sentido de que están más dispuestos a pagar por artículos personales no necesarios (gasto discrecional); aunque persiste su sello pragmático, en donde la relación calidad-precio constituye una consideración importante al momento de elegir. Sobresale igualmente la creciente fidelidad hacia las marcas de los consumidores chinos; así como su rápida adaptación al comercio electrónico, incluso de manera más rápida a la registrada en mercados desarrollados.