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Alrededor de 40 mil millones de dólares de capital chino fluyeron a Europa en 2016, principalmente a Alemania. La cifra equivale a un crecimiento del 77% en comparación con 2015. Lejos de celebrar, la Cámara de Comercio de la Unión Europea en Beijing está preocupada de que este aumento, conlleve un crecimiento de la influencia del Estado chino en Europa, como parte de su estrategia de convertirse en nación de alta tecnología. Pero no sólo la Cámara de Comercio está preocupada. Recientemente, los ministros de Economía de Alemania, Italia y Francia advirtieron de la venta de “know-how” a países no pertenecientes a la UE. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, China sigue siendo un país de economía hermética. Entretanto, el país asiático afirma que relajará las restricciones a inversores extranjeros en el ámbito de los bancos, las aseguradoras, la industria de producción y la minería. Areas sensibles como la telecomunicación, internet, cultura y educación, se abrirán de manera “ordenada”.

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