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Los motivos por los que China ha decidido impulsar sus ambiciones en la Luna no han sido ni explicados ni publicitados pero, sean cuales sean, la realidad es que ya se codea como potencia espacial con Estados Unidos y Rusia, los otros dos países que han podido aterrizar en el satélite terrestre. El presupuesto del programa espacial chino ha ido creciendo a un ritmo de casi el 10% anual en la última década, una pujanza paralela a la de su economía, y se estima que es de unos 2.000 millones de dólares anuales. China quiere llegar al satélite terrestre, alunizando en su cara oculta, algo sin precedentes y con más riesgos que las misiones emprendidas hasta ahora. Las autoridades científicas del gigante asiático han prometido conquistar dicha meta antes del 2020.

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